Estas dos célebres frases pronunciadas por dos grandes pensadores pueden sintetizar los aspectos subyacentes que están detrás de la empresa cooperativa y la empresa de capital. Lo individual contra lo social, el egoísmo propio contra el beneficio colectivo.
Frente a la competencia, el cooperativismo propone la ayuda mutua, la promoción de la persona, no por la lucha individual contra otras personas, sino por la ayuda mutua en una organización colectiva. Al ser obra de la "ayuda mutua" la cooperación es siempre voluntaria y se fundamenta sobre la democracia: dando a todas las personas los mismos derechos por el solo hecho de ser personas.
Frente a la preminencia y los derechos que el sistema capitalista otorga a la propiedad y al capital, la cooperación excluye la propiedad como fuente de poder y de renta y se pone al servicio tanto de sus miembros como del conjunto de la sociedad. La empresa cooperativa excluye el lucro como un fin en sí mismo y lo sustituye por una vocación de servicio a su comunidad.
Desde su nacimiento, el cooperativismo cuestiona la racionalidad económica impuesta por el modelo capitalista. El principio hedonista basado en el egoísmo individual como único motor de la actividad humana, la propiedad como fuente de poder, la competencia como sistema adecuado para la organización social, la concepción individualista del hombre que lo sitúa aislado frente al resto de sus semejantes, el beneficio económico y el ánimo de lucro como único motor de la empresa. Edgar Milhaud resumió con maestría la esencia de la cooperación: "Se puede colaborar bajo la coacción, no se coopera más que en libertad, no hay cooperación más que entre iguales".
Las diferencias clave entre una cooperativa y una empresa.